lunes, 6 de octubre de 2014

Sueños Arkoshianos


Aire libre, una vez más. Sak-rafi estará bien, Nido de Honor volverá a ser lo que fue. Después de salir de Tan Akraen y despedirme de Kuldan, puedo sentir el limbo soleado que me baña. El sol reconstruye un paisaje desolador pero exótico. Al fondo un fuego púrpura y mas allá el abismo, con sus ingenieros sobrepasando la realidad. Mosh'urk esta paralizado ante el acercamiento de una gran legión de dracónidos allí abajo, observa el filo de una hacha ya curtida, en que lado puede estar la decisión con la encrucijada.



Observo mi magullado cuerpo, inmóvil delante de una zig-zageante calle que baja a las ya ruinas del templo. Me dirijo a Lingan y le comento, los dracónidos amamos la fe en nuestra raza independientemente de ser malignos o buenos. La muerte de Kas-far demuestra que tenemos un enemigo en nuestro interior y como raza que somos, lucharemos para traer la paz. Porqué el destino te trae humanos como Viktor, creador de seres. No siempre lo podemos ver con tu fría mirada. Tranquilamente me vuelvo y el artificiero queda a mi izquierda, le digo: ingeniero don de mecánicos y constructos, estoy completamente absorto por tus capacidades mágicas. Como señor de la guerra admiro la capacidad de generar, herramientas poderosas para poder, batallar por ejemplo(mientras hace una mueca a Lingan).



Sabéis donde está Sombra Oscura? En la oscuridad magmática. En el paraje perdido Arkoshiano del submundo, vagando por un sin fin de cavernas vomitando lava. No debemos preocuparnos por él, hará su trabajo. Me dirijo a Lingan de nuevo: Es hora de interrogar al prisionero humano, tal vez allá bajo podamos sacar provecho. Viktor, sabes esas torres con ruedas que asediaban castillos?



Es mediodía y me dirijo hacia la zona comercial, hay poca gente en la calle, la mayoría estarán comiendo, puedo ver un par de dracónidas amarillas con un enano calvo, de barba negra y embutido casi totalmente en latón que camina toscamente, pero ellas parecen seguirle.. ahora lo entiendo. Estoy delante de la Cola Espinada, demasiada memoria colapsada en treinta años de vida.



Sigo calle abajo donde el fuego áspero queda a mi derecha, aún puedo ver el ejército acercándose por el horizonte. Solo unos dracónidos distraen volando con aparatos alados, esto es sólo el comienzo...




1 comentario: